7 de febrero

Ay, dios, a ver cómo cuento yo lo que pasó ayer sin que me venga Celia hablando/gritando por el tuenti como una loca sin motivo.
Yo estaba ilusionada con ese martes porque esa tarde era la reunión con los padres por lo de Londres y los ambos dos míos iban a ir, con lo cual iba a tener la casa para mí sola durante mínimo dos horas... bueno, para mí y para Eduardo y, para qué voy a mentir, tenía pensamiento de perder la corona aquella tarde. Llegó algo extraño todo, por un momento pensé que mi madre se iba a quedar pues no tenía ganas ninguna de irse, pero entre una apuesta y otra logramos que cogiera el camino. A partir de ese momento todo fue un caos, que si sofá, que si futón, que si plan de siesta, que si sujetadores de por medio... en fin, que lo cierto fue que por una vez fui yo la que le pedí que lo hiciéramos, y en cuanto vino con un preservativo en la mano se puso a decir que si no estaba preparada, que si me iba a doler, y como es natural, me entró miedo, así que todo a la mierda, muajajaja.
Llegaron mis padres, nosotros amamonados perdidos, no hicimos gran cosa a partir de ese momento.
Se fue, cené y me fui a dormir.

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