15 de febrero

El día de ayer se puede denominar como pura y dura rutina. No dimos clase (para variar), Eduardo después de muchos esfuerzos consiguió quedarse a comer, hicimos plan de siesta... en fin, lo de siempre, exceptuando que al final de la tarde comencé a notarme con el cuerpo algo cortado, nada de lo que preocuparse si no fuera por la desagradable sospecha que tenía de que estaba cogiendo la gripe que tiene media clase (literalmente). En fin, me acosté y todo ese rollo.

He de decir que mañana seguramente no escribiré, ni pasado ni el otro, no por nada sino porque me está costando la propia vida escribir, me duelen los dedos como si fuera una vieja con artrosis, así que Juan, no me eches la bronca si no conoces mi vida en unos cuantos días.

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